domingo, 14 de agosto de 2011

Los canallas que golearon a la Academia



El 14 de Agosto de 1975,
hace 36 años exactamente, se disputó la fecha número 37 del Torneo Metropolitano de la Primera División del fútbol argentino. Como hemos visto, ese día River Plate campeonó después de 18 años de sequía al vencer 1 a 0 a Argentinos Juniors. Los responsables de ganar ese partido habían sido jóvenes de las inferiores ya que el primer equipo se encontraba en huelga al igual que el resto de los planteles. Si bien el foco de atención estuvo en Liniers (Argentinos hizo de local en el estadio de Vélez Sarsfield, José Amalfitani), hay un hecho que ocurrió esa misma fecha, el mismo día, pero en otro lugar y no se puede dejar pasar por alto.
En la ciudad de Avellaneda, más prescisamente en el estadio Juan Domingo Perón, Racing Club debía recibir a Rosario Central. A raíz de la huelga, el equipo visitante había formado un equipo con jugadores de tercera y cuarta división juvenil, mientras que el local no había presentado jugadores para las 15 horas, horario en que debía comenzar el partido, ya que los dirigentes no habían conseguido un 11 titular. Esto ocurrió debido a que los chicos de la cuarta, quinta y sexta división se habían negado a jugar tras haber tenido una charla privada con Carlos Squeo, futbolista del primer equipo. El en ese entonces defensor los convenció de que jugar sería una "traición" para quienes habían declarado la huelga. A pesar de ello, el partido debía llevarse a cabo como sea ya que todos los clubes habían conseguido un plantel para esa fecha. Finalmente, los dirigentes de la Academia llegaron a un acuerdo con los jóvenes que integraban la octava y novena división y así se comunicaron con la Asociación del Fúbol Argentino para acordar el horario definitivo del encuentro, tres horas más tardes del arreglado en un primer momento. Unos minutos antes de arrancar el cotejo, la cancha estaba casi vacía. Sólo se vendieron cinco entradas a la parcialidad local. En principio, la idea de la comisión directiva de Racing era no abrir las puertas del Cilindro para evitar gastos de boletería y controles, pero la decisión se revirtió ya que varios hinchas canallas habían llegado desde la ciudad rosarina para acompañar al elenco visitante. Trasncurridos los primeros minutos del partido, las puertas del estadio se abrieron para todos los que quisieran asistir de manera gratuita. En aquella fría tarde-noche, la diferencia de divisiones de las inferiores se vio reflejado en el marcador: la Academia rosarina le convirtió 10 goles a la Academia de Avellaneda. Oscar Agonil en tres oportunidades; Norberto Raúl Rosetti y Eduardo Raschetti en dos cada uno; Horacio Vigna, Omar Chiodin y Miguel Juárez por única vez, fueron los encargados de propiciar aquella decena de goles a los muchachitos que defendían los colores blanquicelestes. Cuando el árbitro Abel Gnecco dio el pitazo final había terminado el partido donde ocurrió una de las mayores goleadas del fútbol argentino, donde se vendieron la menor cantidad de entradas y donde debutó el jugador amateur más joven de la historia del fútbol profesional, Hugo Aciardi, arquero racinguista de 14 años en ese momento.
La previa de aquel partido era el fiel reflejo de las diferentes situaciones que vivían estos clubes en aquella época. Mientras Central venía de campeonar por segunda vez en los últimos cuatro años (Nacional 1971 y 1973), Racing había abandonado esa senda en 1967 cuando se coronó por última vez en aquel entonces (Copa Intercontinental). Una comisión directiva y un cuerpo técnico como el de los rosarinos sabían cuáles serían los jugadores que iban a estar presentes aquella fecha, mientras los dirigentes del equipo de Avellaneda habían llegado a aquella tarde sin un equipo. Estas diferencias también pueden encontrarse en la tabla de posiciones: Rosario Centra finalizó el certamen en la séptima posición con 41 puntos, mientras que Racing Club culminó en la decimosexta ubicación con 10 unidades menos que su rival. Lo ocurrido posteriormente a ese partido con los jugadores que lo disputaron fue innevitable, y no fue una casualidad. Si bien ninguno de los que jugaron para Central aquel día triunfaron allí, sí lo hicieron en otros lugares. Eduardo Raschetti se consagró campeón de la primera Categoría A colombiana con Atlético Nacional de Medellín; Oscar Agonil y Miguel Juárez campeonaron con Ferro en los Torneos Nacionales de 1982 y 1984; y Jorge Pellegrini obtuvo en Argentinos Juniors el Metro de 1984, el Nacional y Copa Libertadores de 1985 y la Interamericana de 1986. Por otro lado, de los chicos de Racing poco se sabe. La minoría siguió jugando al fútbol aunque se marcharon a clubes del ascenso y/o del interior, mientras que el resto abandonó dicho deporte profesional y se dedicó al estudio, seguramente traumados por aquella "paliza". De esta manera, Racing entraría en una crisis que tocaría fondo en su primer y único descenso a segunda division en 1983.

Rosario Central
no se ganó el apodo de canalla por aquel partido, pero sin lugar a dudas aquella tarde sus jugadores se comportaron como tales; chicos traviesos, ruines y malvados como significa aquel término. A pesar del mal comportamiento de los jugadores visitantes, que no tuvieron compasión hacia los débiles e inexperimentados que tenían en frente, lograron sacarse un excelente 10 (diez) en la Academia.


Comentario destacado de la nota anterior:


Julián dijo...

Marco: la idea no es mala pero se apuraron y hacen casi todo sin planificación. Hay que tomarse el tiempo. Lo cierto es que el fútbol así cada vez es peor. Además hay otros temas, como árbitros, barras, estadios, etc. Cosas a refundar.
Abrazo.